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En su origen los árabes la llaman
"falta de agua". Alegre en el silencio y protegida a su espalda de vientos y agresiones, la gran montaña ha cedido espacio. Aún eran pocos los que allí moraban. Cálidas tardes en las salidas desde Barbastro, túneles intermitentes entre riscos y punto obligado al alzar la mirada. Cielos de algodón al horizonte, azul celeste trás la bruma y matices en violeta como ráfagas de voluntad de supervivencia al futuro. Nebulosa incierta de los pueblos sin población que mantienen su belleza negándose al abandono. Dra. Abad |
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