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Ante el mundo.
Son los acontecimientos sociales lo que pinta MONCHOLC. Traduce a la pintura los tormentos del hombre en su existencia.
Esa expresión de la realidad se ve acentuada por un  aporte de  símbolos.
Verdadero análisis crítico de nuestra  sociedad,  la  pintura de  este  artista encuentra  sus raíces  en su propio entorno social.
El alma del ser humano está acribillada  por  sus  condicionantes  sociales.
Aquí  está  exorcizada  por cuadros que  gritan  muy  alto  sus  palabras  de verdad.
Su  arte  viaja  entre  lo  prohibido,  lo  tolerado  y  las  expresiones  de  su revuelta.  No choca,  se limita a  enseñar.  El  símbolo  aparece  aquí  para dar la justa medida entre una obra provocadora y la  figuración  narrativa.
Moncholc  privilegia el lenguaje y  el color.  Se atreve con los tonos vivos, con los que llega directamente a la mirada del espectador.
Ellos revelan las angustias de los personajes en su profundidad exaltada.
Su obra no es solamente la escenografía de la tiranía social, desenmascara los  tormentos  de  un pensamiento alienado.
Los personajes así exhibidos ante el mundo, poseen la muda constancia de sus inquietudes.
Sus caras están petrificadas en la máscara de la gravedad. Más  que  una actitud de mutismo dolorido, es  la mirada generosa de la  realidad  de  las situaciones lo que pinta MONCHOLC.
Su  universo  pictórico  se  erige  en  testigo  de  una  realidad  no  siempre agradable de revelar.
Louis-Guilles Balaka.