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Una realidad de los pueblos frente
a la industrialización ha dejado muchas imágenes
como esta. Un gran contraste entre lo que es progresivo olvido y
deterioro y la satisfacción de la belleza
de toda la obra. Son casas agrupadas, muchas ya sin tejado o perdido poco a poco por las inclemencias del tiempo y la ausencia de sus propietarios para repararlos. Una a una se pueden contar, puertas y ventanas abiertas. Ya no encierran nada y nos permiten conocer cómo pudo ser el día a día de sus habitantes. Restos de utensilios inservibles, cuadras y comederos. La naturaleza ha vuelto a ocupar el puesto que perdió. Ha crecido la vegetación que progresivamente va rodeando estas ruinas. La grandeza de su dominio en cielo y tierra. La fuerza superior y la delicada labor tramo a tramo, árboles, setos, matas, flores, minúsculo moteado. Impresionante belleza, inmensa variedad de tonalidades, juego de sombras y luces. Merece detenerse y experimentar que se es capaz de descubrir lo perdido y soñar indefinidamente. MONCHOLC,hasta hoy. Pág: 60. Dra. Abad. |
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